A los confines del TIPNIS.: Un viaje que cambió mi vida

Dedicado a Ñosiki, nuestro guía. Confiando haya logrado su crianza de cerdos y principalmente resistido con éxito junto a su familia al brutal sistema que estaba destruyendo su comunidad.


Bosque de Chimames
1989. El pueblo Chimán no era dueño del territorio que ancestralmente ocupaba. No había ninguna ley que respaldara la propiedad de los pueblos de tierras bajas. El gobierno de Gonzalo Sanches de Lozada había dado carta libre a hacendados y madereros en el bosque y selvas amazónicas en general para su explotación indiscriminada, continuando con las políticas feudales de los anteriores gobiernos terratenientes.
Navegando el Río Maniqui accedimos (junto al profesor de Antropología jefe del proyecto y un compañero de estudios) a los diversos asentamientos rivereños chimanes y posteriormente al Bosque, donde nos adentramos hasta llegar a la Misión Redentorista de Fátima a cargo del padre Martin Bauer.
Fue una experiencia dura que llegó antes de tiempo para mí, no estaba preparada para ver una desigualdad tan abismal de mi mundo y el nuevo mundo que se habría ante mis pasos[2].
Me marcó para siempre el hecho de que violar a una chimana o mosetene o yuqui, era igual que golpear a un animal, quien no lo ha hecho, no es un delito, no es nada, nadie lo castiga, nadie lo denuncia. Los chimanes a la época no tenían carnet de identidad, no eran ciudadanos del estado con derechos.
Los comerciantes
Comerciantes inescrupulosos y algunos más humanos que otros (como aquel que al ver mis brazos de color rojizo quemados por el sol me prestó su camisa manga larga -yo tenía toda la ropa sucia y húmeda a mitad de la permanencia en la zona-) nos cruzaban durante la navegación y en algunos casos acampaban con nosotros en las playas.
Los comerciantes navegaban al igual que nosotros en canoas talladas en grandes troncos de la zona. El intercambio entre comerciantes y chimanes era totalmente desigual. Los productos que llevaban los comerciantes eran básicamente alcohol, sal, dulces y azucar, ropas y zapatos, pilas para radio y linternas, balas para rifles de caza y anzuelos metálicos para las cañas de pescar.
De los productos chimanes los comerciantes tomaban pescados:
"… fue violento el comerciante arrebatando un grupo de aproximadamente 20 pescados ligados con cuerdas, a un pescador, dándole a cambio un puñado de caramelos de la peor calidad (para mí es retroceder a las crónicas de la conquista del siglo XV)"[3].
Los chimanes endeudados y encadenados a la produccion de paños de jatata[4]
Sin duda, el producto más apetecido por los comerciantes eran los magníficos paños de jatata, tejidos -con una habilidad digna de grandes artesanos- por hombres, mujeres y niños, con hojas de la palmera jatata (Geonoma deversa), paños o láminas rectangulares impermeables y frescas que cubren gran parte de las casas del Beni, son los techos perfectos para el clima tropical. Éste si que era un negocio, los comerciantes pagaban 10 centavos por un paño y lo vendian en San Borja en 14 pesos!
Por supuesto, que los productos de los comerciantes eran costosísimos, por lo tanto, los chimanes se endeudaban terriblemente. Los paños de jatata, no eran suficientes, por ello pasaban la mayor parte del día tejiendo los paños, descuidando incluso sus cultivos de arroz y hortalizas, en un ciclo de endeudamiento cada vez mayor. Qué ironía! Un producto artesanal hecho con maestría por los chimanes, con gran mercado en las ciudades y pueblos de tierras bajas, una techumbre bien pagada, en lugar de ser el mecanismo para salir adelante, era el mecanismo esclavizante de empobrecimiento.
La Misión
Finalmente, llegamos a la Misión del padre Martin Bauer, donde los chimanes estaban "protegidos" de los comerciantes, de los abusos. Bauer con aproximadamente 80 años de edad, había pasado la mayor parte de su vida en el Bosque, donde llegó muy joven, y todavía luchaba por alfabetizar a los chimanes, para quienes leer y escribir sería su única arma de defensa contra el sistema y por quitar la tradicion del alcohol[5] que según sus propias palabras estaba destuyendo la sociedad chimán.
El viaje para mí fue más rico que todos los años de estudio que me tomó la carrera, concebí la antropologia desde aquel viaje, no como la observación participante neutra, sino como la ciencia social del cambio! La antropologia social que devolvería la dignidad a los pueblos a través de la denuncia!
La tierra de nadie
La presencia del estado era nula. El guía de los comerciantes de origen beniano citadino, me tomaba el pelo todo el tiempo: "…. ustedes los bolivianitos …", a lo que yo respondía que él también era boliviano, entonces me decía: "… No. Yo no, aqui no es Bolivia". Evidentemente, en estas tierras de nadie imperaba la ley del más fuerte no las leyes del estado.
Nuestro guia era de origen chimán, si bien tenía un nombre cristiano, cuando le pregunté su verdadero nombre, me dijo llamarse Ñosiki que en chimán significa estrella de la mañana. Ñosiki me contó sus sueños de poder ahorrar el dinero que le pagabamos por la guía y el alquiler de la canoa para comprar unos cerdos y con la crianza de éstos mejorar la vida de su familia.