La Defensa de la Madre Tierra

(Fragmento del Libro de Alvaro Garcia Linera (Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia), "EL "OENEGISMO", ENFERMEDAD INFANTIL DEL DERECHISMO (O CÒMO LA "RECONDUCCION" DEL PROCESO DE CAMBIO ES LA RESTAURACION NEOLIBERAL)" paginas 151 - 166) 
El último título del Documento de los críticos está dedicado a la Madre Tierra. Ellos afirman que el Gobierno de los Movimientos Sociales ha asumido el “diseño subimperial del capitalismo brasileño para implementar megaproyectos de infraestructura” [i], colocando como ejemplo la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. O estos caballeritos nunca han visto un mapa de Bolivia o su inconsciente transnacionalizado les ha traicionado y nos exponen sus íntimos deseos de un Brasil que tenga como frontera a Trinidad!!! Estos señores deberían dedicar un poco de tiempo a conocer el país, o al menos conocerlo en el mapa. La carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos–Trinidad llega al corazón del departamento del Beni, a casi 300 kilómetros de la frontera con el Brasil. No llega a ninguna frontera que habilitaría supuestamente un bioceánico que “favorecería a los intereses brasileros”. Los únicos favorecidos por esa carretera van a ser los departamentos del Beni, de los valles y el altiplano que van a poder integrar sus actividades, sus poblaciones y sus capacidades productivas de manera directa, sin pasar obligatoriamente por Santa Cruz.
Ese es el meollo del asunto. Los pobladores de los valles y el altiplano, los pobladores de la amazonía, que tenían que tardar tres días y recorrer cerca de 900 kilómetros para ir de un lugar a otro, ahora tardarán horas y cerca de 300 kilómetros para cumplir su cometido. Es pues una necesidad vital de comunicación entre pobladores de un mismo país.
Ahora, es verdad que como los funcionarios de las ONG´s ambientalistas viajan en avión, esos días de caminata y de viaje no les importan un comino. Como tienen luz, agua potable, movilidad, Internet, y televisión a la mano, les tiene sin cuidado que otros bolivianos carezcan de estos medios materiales de existencia.
Pero para el campesino que produce alimentos, para el indígena que necesita comprar implementos laborales, para el comerciante y transportista, para el poblador de a pie, acortar 100, 200 o 500 kilómetros las distancias como lo permitirá esa carretera, representa un gran ahorro de tiempo, de esfuerzo, de recursos, y la posibilidad de una integración con el resto de sus hermanos bolivianos. Y ésa es precisamente la obligación constitucional del Gobierno Revolucionario: hacer todos los esfuerzos por consolidar la unidad del país, trabajar para la vertebración de las regiones, garantizar el ejercicio de los derechos básicos de todos los pobladores. Por eso la decisión de construir esa y otras carreteras a lo largo del país.
Uno de los factores que ha impedido una cohesión óptima de la sociedad en estos siglos ha sido precisamente el aislamiento de las regiones. Asediadas por el Estado exaccionador, cada región estaba nula o débilmente vinculada a las otras. Esto llevó a ese sentimiento, aún presente, de que cada región se considere como una pequeña Patria, en detrimento del sentimiento de pertenencia a la Patria común.
Por ello, uno de los principales rubros de inversión del Estado Plurinacional ha sido el de la construcción de caminos:
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Se trata de la mayor inversión en carreteras de toda la historia del país, y está presente en los 9 departamentos de Bolivia, buscando consolidar la integración material de sus actividades, de las personas, de la cultura y de las conquistas sociales.
Los críticos denuncian que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos se estaría haciendo con crédito brasilero, y se les antoja eso como una sumisión al “subimperialismo”. ¿Pero entonces la carretera Potosí-Tarija, reclamada durante décadas por los pobladores de ambos departamentos, debería ser calificada de una imperdonable “pérdida de soberanía ante Brasil”, y la carretera Rurrenabaque-Ixiamas, un gasto “inadecuado” a las necesidades nacionales?
Tanto es el desinterés y desprecio por la realidad de los pueblos y regiones por parte de estos “resentidos”, que con seguridad si van a Potosí a decirles a los potosinos que esa carretera es “innecesaria a los intereses nacionales”, los expulsan montados en un burro. O si se les ocurriera ir a San Buenaventura a proclamar que la carretera a Ixiamas es parte del modelo “subimperial de dominación”, seguro los devuelven a pie hasta La Paz con una arroba de caña de azúcar en la espalda para que aprendan un ápice de lo que es soportar la verdadera dominación de la exclusión y el abandono al que las regiones y los pueblos de Bolivia fueron condenados durante siglos.
Por supuesto que las carreteras se construyen con créditos, y el Gobierno los tiene de Brasil, del BID, de la CAF, de Venezuela, del Banco Mundial. Y es así, no porque Brasil, la CAF, o Venezuela hayan obligado al país a construir esas carreteras. Fue el Gobierno el que definió qué carreteras son necesarias y estratégicas para su vertebración, su desarrollo económico, su equilibrio regional y su seguridad nacional, y a partir de esos criterios se fue en búsqueda de créditos para implementar esos proyectos. Y lo mismo se hace con los proyectos de riego, de electrificación, de alcantarillado y agua potable, de infraestructura para salud y educación. Y a nadie, sólo a estos “brillantes” críticos, se les ha ocurrido la desfachatez de calificar esos créditos como una “pérdida de soberanía”.
Tener agua, luz, riego, alcantarillado, comunicación, salud, educación, no significa ninguna “pérdida de soberanía”. Por el contrario, no puede haber soberanía, o mejor, la soberanía es una palabra al aire si un Estado no es capaz de garantizar la satisfacción social de esas necesidades básicas de agua, luz, riego, vertebración carretera, a toda la población.
La contratación de créditos no afecta a la soberanía siempre y cuando quien decide qué hacer con ellos sea el país acreedor, en función a las necesidades y planificaciones estratégicas del pueblo.
Y si utiliza crédito externo para las inversiones de infraestructura lo hace por doble motivo: porque el ahorro interno no es aún lo suficientemente grande como para asumir todas las actividades de despegue económico simultáneamente, como la industrialización del gas, la industrialización del litio, el abastecimiento de agua, la generación de electricidad, la provisión de servicios básicos, la construcción de carreteras. Todas ellas necesidades imprescindibles para toda la población. Pero además, porque un curso básico de economía de primer año de universidad, les puede mostrar a los críticos que los escasos recursos del ahorro interno como las Reservas Internacionales, deben ser invertidos en actividades económicas de elevada, rápida, estratégica y segura rentabilidad, a fin de garantizar el retorno hacia los propietarios de esos recursos, o sea el propio pueblo boliviano. En cambio los créditos externos, de 15, 20 ó 30 años de plazo, deben ser invertidos en esferas de lento o nulo retorno como los de la infraestructura básica, sin por ello poner en riesgo el ahorro colectivo de la sociedad. Y eso es precisamente lo que ha hecho el Gobierno.
¿Quiénes se oponen a la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos?
Primero, algunos dirigentes de algunas organizaciones indígenas del parque Isiboro Sécure y de algunas organizaciones regionales. No son todos los dirigentes, ni todas las organizaciones, ni todas las comunidades.
De hecho, hay dirigentes y comunidades indígenas y campesinos del mismo parque que han aceptado la construcción de la carretera porque saben que eso les ayudará en su actividad agrícola y productiva[ii]. Incluso en reuniones con las propias comunidades del parque, varias de ellas plantearon considerar la posibilidad de que el camino haga un recorrido en zigzag para llegar hasta las puertas de sus propias comunidades.
De la misma manera, son numerosos los pronunciamientos de los indígenas y campesinos de la región del Chapare y de los llanos de Moxos, cuyas decisiones y necesidades también cuentan, que no sólo aceptan sino que exigen que de una buena vez se construya esa carretera de integración departamental.
La voz y necesidad de estos sectores indígenas y campesinos es algo que los críticos no toman en cuenta porque para ellos existen indígenas de “primera” e indígenas de “segunda”. Los de “primera” serían aquellos susceptibles de caer en las redes de subordinación prebendal de las ONG´s, y a quienes se considera como los únicos con derecho a voz.
Los otros indígenas y campesinos, aquellos que ya sea dentro del parque Isiboro-Sécure o fuera de él, no están en las redes prebendales de las ONG’s, a los críticos, en una nueva muestra de racismo desbocado, se les antoja que promoverán con su presencia la ilegalidad del narcotráfico, como recientemente lo expresó Alejandro Almaráz.